sábado, 4 de noviembre de 2017

ARREPENTIDO DE PERDERTE

En las despedidas siempre llueve,
porque los ojos,
de repente,
se nublan de barro,
de paisajes helados,
de calles antiguas y solas.

Hay cartas con humedad y frío,
cansancios y excusas infinitas,
ocultos remordimientos,
treguas fingidas al alba,
tristes y dolorosas derrotas.

Y los mismos que se amaron
con todos los trajes del amor,
se culpan mutuamente
de no verse,
de largas soledades
en los mismos sitios,
de tantos días de sol
sin abrazarse.

Los sueños,
que se fueron tejiendo
como una arpillera,
se rompieron,
igual que un espejo,
y el corazón duele,
molesta en el pecho.

Nos quedamos, entonces,
en el puente colgante
del corazón, solos,
como los árboles,
escuchando pasos y murmullos,
puertas que no se abren,
y voces que no nos llaman.

Nos sentamos,
en la estación del tiempo,
para esperar esos trenes
que no vienen de ninguna parte,
delirando recuerdos,
entendiendo los errores,
arrepentido de perderte.