miércoles, 23 de septiembre de 2015

EL TREN DE NERUDA

Hay trenes viejos, en el sur de Chile,
que tienen memoria,
y guardan el bullicio y el aire,
de todos los sitios que pisaron.
Sobrevivientes de acero,
se quedaron dormido,
sin fuerzas para llorar,
con los cristales rotos,
en las últimas esquinas,
de las huellas zigzagueantes de los cerros.
En uno de ellos,
en los últimos ramales de Temuco,
vive un hombre extraño,
que conoce las palabras más encendidas
y bellas,
las que tienen acentos de luna,
y arrastran todas las nostalgias de la lluvia.
Las guarda celosamente,
para conjugar los sueños,
y los recuerdos manchados de sangre.
A veces,
reniega y llora,
porque le quemaron los días,
los libros y las ideas.
Tiene vientos de otras tardes en el pelo,
cartas de amor en los ojos,
peces con luces en las manos.
Cuando la noche se alumbra de luna llena,
Pablo usurpa el silencio,
en el tren de su padre,
y recita...

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